El sábado 16 de abril del 2016 permanecerá por siempre en la memoria de los ecuatorianos. Eran las 18:58, una tarde de descanso laboral. La tierra empezó a sacudirse, sembrando el caos en casi todo el país. Un terremoto de 7,8 grados en la escala de Richter impactó la costa del Ecuador. Este fenómeno natural fue uno de los movimientos sísmicos más fuertes del país desde 1979. 

 

Nadie imaginaría que 2:13 minutos pueden cambiar por completo la historia de una nación. Sin embargo, existe un antes y un después a partir de este terremoto. En la capital no existía conciencia de la magnitud del evento telúrico, sino hasta después de pocas horas. El epicentro se localizó en las ciudades de Pedernales y Cojimíes, a 20 km de profundidad, entre las provincias de Manabí y Esmeraldas. 

 

El sismo se sintió en todo el país, pero las principales zonas afectadas se registraron en las provincias costeras de Esmeraldas, Manabí, Guayas y Santo Domingo. El Instituto Geofísico  de la Escuela Politécnica Nacional informó que el fuerte terremoto se dio a causa de la subducción de las placas tectónicas de Nazca y Sudamericana que se mueven a una velocidad de 61 milímetros por año. El Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico, ubicado en Hawai (Estados Unidos), emitió una alerta preventiva para Ecuador, Colombia, Panamá y Perú, la cual fue retirada alrededor de la media noche del mismo día. 

 

Varios países y organizaciones humanitarias se solidarizaron ante la tragedia y enviaron todo tipo de ayuda como equipos de rescate, vituallas, medicinas, agua, entre otros implementos. Además, se recibió un total de $43.663.521 de donaciones internacionales para labores de recuperación de las zonas afectadas, según el Ministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana. A continuación los datos principales sobre la tragedia: